¿Abandonó Dios a Jesús en la crucifixión?
La traducción y transliteración nos enseñó lo siguiente:
Y alrededor de la hora novena, Jesús exclamó a gran voz, diciendo: Elí, Elí, ¿lema sabactani? Esto es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
Escudriñemos las escrituras con lupa en mano para verificar cómo fue posible que el Padre abandonara a su hijo.
“Como bien saben, ustedes fueron rescatados de la vida absurda que heredaron de sus antepasados.
El precio de su rescate no se pagó con cosas perecederas, como el oro o la plata, sino con la preciosa sangre del Mesías, como de un cordero sin mancha y sin defecto.
Yeshua, a quien Elohim escogió antes de la creación del mundo, se ha manifestado en estos últimos tiempos en beneficio de ustedes.” (1 Pedro 1:18-20)
La mala interpretación y la mala transliteración de las escrituras llevaron a que muchos sacara del contexto la verdad, y mas que todo el Catolicismo de la edad media al decir que “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” De acuerdo con lo anterior, se refuta la hipótesis de que Jesús (Yeshua) estaría recitando las palabras dichas en el Salmos 22:1
Si en el evangelio se comienza con la palabra hebrea "lama", lo que corresponde es continuar en hebreo con "azavtani". De acuerdo con lo indicado en Salmos 22:1. Pero en vez de eso se detalla la palabra “sabactaní”
Si Jesús no estaba diciendo en idioma hebreo el Salmo, sino que en arameo, propia lengua de él, y lo apropiado sería decir “Eli Eli metul mah shevaktani”. Pero en vez de decir "metul mah" dice en su lugar "lama", y "shevaktani" en su lugar dice "sabactani”. No se encuentra en ningún idioma conocido la palabra sabactaní, lo más cerca de ella es según la raíz Shevak que significa “Reservado”, “guardado”.
La traducción correcta en este pasaje del evangelio es “Dios mío, Dios mío, para esto he sido guardado(reservado)”
Nadie me la quita, sino que yo la doy de mi propia voluntad. Tengo autoridad para darla, y tengo autoridad para tomarla de nuevo. Este mandamiento recibí de mi Padre. (Juan 18:10)
La situación del Mesías era agonizante y había sangrado mucho. Tomó un poco de aliento para dirigirse a Elohim como "Eli" en arameo.
Existe evidencia bíblica que dice que Dios no desampara a los justos y menos a sus hijos.
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Salmos 23:4 Aunque ande en valle de sombra de muerte, No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; Tu vara y tu cayado me infundirán aliento.
Josué 1:5 Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida; como estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré, ni te desampararé.
Juan 8:29 Porque el que me envió, conmigo está; no me ha dejado solo el Padre, porque yo hago siempre lo que le agrada.
Juan 16:32 He aquí la hora viene, y ha venido ya, en que seréis esparcidos cada uno por su lado, y me dejaréis solo; mas no estoy solo, porque el Padre está conmigo.
Mateo 3:17 Y hubo una voz de los cielos, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia.
1 Reyes 6:11 Y vino palabra de Yahveh a Salomón, diciendo:
1 Reyes 6:12 Con relación a esta casa que tú edificas, si anduvieres en mis estatutos e hicieres mis decretos, y guardares todos mis mandamientos andando en ellos, yo cumpliré contigo mi palabra que hablé a David tu padre;
1 Reyes 6:13 y habitaré en ella en medio de los hijos de Israel, y no dejaré a mi pueblo Israel.
En conclusión… Dios nunca abandonó a Jesús en el momento de su muerte, tampoco lo desamparó en el camino al calvario, fue todo lo contrario. Ambos sabían que se estaba llevando acabo el plan de salvación y que era necesario ese evento histórico; por consiguiente ambos ya habían acordado desde el principio del mundo este sacrificio de pacto con sangre para la salvación de la humanidad.
Por ello fue que preparó a Israel con rituales y sacrificios como sombra de lo que había de venir.
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